19 de abril de 2011

LOS LÍMITES RENOVABLES II



La labor de gestión de REE (Red Eléctrica de España) la pueden comprobar en los gráficos en tiempo real que aparece en su web. Pero incluso con un gran número de megavatios eólicos instalados dispersos por tada la geografía de un país, puede aparecer en un momento dado una baja (¡o nula!) producción eólica. En tales casos se hace necesario contar con centrales de gas natural o de carbón que sean capaces de cubrir toda la demanda. Imagínense el despilfarro económico que supone tener multiplicada por varias veces la capacidad de generación eléctrica. Tenemos que tener centrales de gas y de carbón que adapten su generación eléctrica en función de la producción de energía eólica. Para este fin no podemos contar con las poco flexibles centrales nucleares, porque su funcionamiento es mucho más constante y estable. Las nucleares producen prácticamente la misma electricidad de día o de noche los 365 días del año.

Por eso las centrales nucleares son utilizadas para crear un suelo, una base de producción eléctrica siempre estable. A partir de ahí, las restantes fuentes variables se utilizan para cubrir la diferencia. Lo ideal en la producción eléctrica de un país es que esa base fuese lo más cercana posible al mínimo de su consumo, pues así las restantes fuentes energéticas solo tendrían que cubrir las variaciones naturales que se producen entre los consumos diurnos y nocturnos, días laborables - días festivos, invierno-verano, etc. Si nos fijamos en el modelo francés, ellos producen el 85% de su electricidad mediante centrales nucleares y el resto mediante otras fuentes. Así podemos comprender que en Francia  la energía eólica apenas tenga espacio donde crecer.

 Una vez solventado el primer obstáculo del azar, el que la electricidad de origen eólico sea cero en un momento dado, surge un segundo obstáculo del mismo calibre pero de orden contario. Si cada vez contamos con un mayor número de megavatios instalados nos encontramos con la tesitura de que en épocas fuertemente ciclónicas la producción de origen eólico supera a la oferta, y como no podemos apagar todas las centrales de generación, la única opción es desconectar de la red a los aerogeneradores sobrantes. Una vez más incurrimos en un disparate económico pues, si un aerogenerador tiene una factor de carga (el tiempo medio de generación) que rara vez alcanza el 28% (funciona solo una de cada cuatro horas), cuanto más aerogeneradores instalemos más probabilidad hay de que sobrepasemos los límites de generación y le toque permanecer apagado, disminuyendo su factor de carga teórico.

Es un problema verdaderamente peliagudo, pues las empresas que instalan los aerogeneradores hacen sus cálculos de rentabilidad basados en el factor de carga relativo a la zona donde se ha instalado, pero no pueden tener en cuenta factores azarosos como el número de días al año que permanecerán desconectados de la red por exceso de capacidad. Sin duda hay que buscar una solución a ese problema si queremos seguir aumentando nuestra capacidad de generación eólica. La única solución pasa por el almacenamiento de electricidad. Pero si recuerdan lo que comente en el post sobre los vehículos eléctricos, el gran reto tecnológico de nuestros días es conseguir un método eficaz de almacenera electricidad. Los métodos actuales son tremendamente caros e ineficaces, lo cual aumentaría considerablemente el precio de la electricidad generada mediante energía eólica.

Entre los métodos de almacenamiento que se utilizan actualmente se encuentra la subida de agua mediante bombas a las presas hidroeléctricas. De este modo la energía queda almacenada para su futura utilización por la presa. Esto método se ha demostrado rentable económicamente, pero hay muy pocas localizaciones donde se pueda implantar. El otro método son las baterías amóviles, como las baterías de flujo de la compañía Vancouver (VBR). Consisten en dos depósitos con miles de litros de electrolitos (uno positivo y otro negativo) cuando se ponen en contacto a través de una membrana se produce la corriente eléctrica. Su rendimiento aproximado es del 65%, lo  que quiere decir que se pierde un 35% de la energía de origen eólico. Su gran ventaja es que puede almacenar energía del orden del megavatio-hora, pero el precio de almacenar cada Kwh ronda 400-500 euros. Eso elevaría el precio de la electricidad de origen eólico (actualmente situada entre 0,48 y 0,67 euros el kWh) en un 50%. Las células de combustible de hidrógeno, ya comentadas en otro post, también podrían ser útiles pero su rendimiento total sería inferior al 50%. La única alternativa viable, por el momento, es exportar electricidad de origen no contaminante a otros países conectados a nuestra red. Aunque eso también tiene sus propias limitaciones.

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